La agroecología no puede ser patriarcal cuando pone al centro el cuidado de la vida
Diana Lilia Trevilla Espinal[1]
La semana del 8 al 12 de abril, se realizó el III Colóquio Internacional Feminismo e Agroecologia: Trabalho, Cuidados e Bens Comuns, en Recife, Brasil. Evento organizado y convocado por académicas de diversas instituciones nacionales e internacionales, de organizaciones sociales y por representantes de movimientos sociales de mujeres rurales, con el objetivo de promover reflexiones sobre feminismo y agroecología. Se logró la participación de más de 500 personas de 12 países, en su mayoría mujeres estudiantes, agricultoras, profesoras, investigadoras, asesoras y gestoras.
En distintos espacios de la Universidade Federal Rural de Pernambuco se llevaron a cabo conferencias, grupos de trabajo, minicursos, muestra de cine, exposición fotográfica, feria agroecológica, presentaciones de libros y música en vivo. Cada actividad mostró un ejemplo sobre la construcción de estrategias y resistencias de las mujeres a través de la agroecología. La diversidad de experiencias, procesos y alternativas, tejieron lo común alrededor de la consigna: poner al centro la vida.
El Coloquio ha sido reconocido en sí mismo, como un espacio de lucha ante un panorama en el que es evidente la ofensiva neoliberal en América Latina y la embestida de gobiernos de extrema derecha. El énfasis se puso en la importancia de pensar en la construcción de sistemas agroalimentarios, económicos y políticos que promuevan relaciones justas y equilibradas entre las personas, los pueblos y la naturaleza, para hacer posible la reproducción de la vida.
Dentro de los puntos clave sobre cómo articular la compleja trama del cuidado de la vida, se habló del fortalecimiento de los lazos comunitarios, las relaciones de inter y ecodependencia, los derechos de la naturaleza, la defensa de los comunes ligada a la afirmación de las identidades y culturas que promueven valores contra-hegemónicos, los aportes de las mujeres y los feminismos. De ahí que, se insistiera en la consigna “Não há agroecologia sem feminismo”[2], es decir, que ninguna propuesta a favor de la justicia socioambiental y de la dignidad de la vida, puede sostenerse en sistemas opresivos, ello implica construir la agroecología desde una mirada y una praxis decolonial, antipatriarcal y anticapitalista.
En los grupos de trabajo se destacaron aspectos como la conexión entre economía feminista y agroecología, resaltando la importancia de todos aquellos trabajos que no pasan por el mercado, pero aseguran la reproducción social y el sostenimiento de los agroecosistemas. Además, se presentaron experiencias de construcción de sistemas alimentarios territorios urbanos y metropolitanos. Se generaron diálogos sobre los aportes de epistemologías feministas de mujeres indígenas y afrodescendientes, campesinas y de sectores populares, que han potenciado su actuar a través de la articulación de sus luchas y de la gestión para incidir en políticas públicas por la soberanía alimentaria -especialmente en Brasil-. Asimismo, se creó un intercambio de experiencias sobre los espacios de siembra y comercialización agroecológicos y las tácticas que han impulsado las mujeres para poder participar en ellos.
En este Coloquio tuvimos la oportunidad de participar integrantes de la Alianza de Mujeres en Agroecología AMA-AWA, en las ponencias, mesas redondas y grupos de trabajo como fue el caso de Gloria Zuluaga (Colombia), Sarah Luiza Moreira (Brasil) y Marta Chiappe (uruguay); en la presentación de libros como el de Silvia Papuccio de Vidal (Argentina) titulado “Teoría y praxis del ecofeminismo en Argentina”, y el libro “Agroecología en femenino” donde escriben otras colaboradoras de AMA-AWA. También desarrollamos los minicursos: Reprodução encarnada nos processos de agroecología, a cargo de Patricia Susial (Islas Canarias); y Agroecología, cuerpo-territorio y trabajo de cuidados a cargo de Diana Trevilla (México) y Gloria Zuluaga.
Como parte de la síntesis al cierre del evento, se destacó que la agroecología implica un proyecto social, económico, político que es imprescindible y permanente. Para su escalamiento se requiere de la alianza con otros movimientos y fuerzas políticas; una mirada interdisciplinaria; la participación de distintos actores. Pero, sobre todo, se exhorta a superar la visión productivista, la divisón producción/reproducción y, a crear una ética basada en el cuidado de la vida con la práctica de relaciones justas entre los seres humanos y con la naturaleza. En suma, que la defensa de la vida implica el reconocimiento de la diversidad y de que en cada territorio existen modos de crear, criar y vivir. Finalmente, se insistió en que no hay bien común sin sujeto político, por ello, la defensa de los comunes precisa el reconocimiento de las mujeres como sujetos económicos y políticos, así como su plena participación en todos los ámbitos de la vida con respeto a sus derechos individuales y colectivos.
Agradecimientos
Al comité organizador, especialmente a Andrea Butto, Josefa Salete, María Emilia Pacheco, a todas y todos los voluntarios y encargados de la logística, a las mujeres campesinas que pudieron asistir con sus productos y arte, a quienes hicieron posible el doblaje y traducción, a las personas que garantizaron la alimentación para las participantes y a quienes nos hicieron bailar, cantar y marchar. Gracias a Lorena Soto, Helda Morales, Carmen Álvarez, Verónica Vázquez, Ivett Perfecto, Emma Siliprandi, Gloria Zuluaga y a todas las compañeras de la Alianza de Mujeres en Agroecología.
[1] Feminista, agroecóloga, integrante de la Red de cuidados en México, la Alianza de Mujeres en Agroecología y, estudiante del Doctorado en ciencias en ecología y desarrollo sustentable, en El Colegio de la Frontera Sur, Chiapas, México. diana.trevilla@gmail.com
[2] No hay agroecología sin feminismo.
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